Elvira del Castillo


              Elvira nació en Huete hacia el año 1459. Esta mujer no escribió ningún libro, ni fue tutora de ninguna persona de noble cuna, ni tampoco poseyó una posición elevada que le permitiese tener una gran educación que influyese en su vida.Elvira fue una mujer del pueblo que vivió en una época en la que era peligroso ser mujer. La época de la Inquisición. En seguida entenderéis por qué.
                Su padre murió siendo ella niña o bien las abandonó, fuera como fuese, su madre tuvo que dedicarse a lavar la ropa de otras personas para subsistir, tarea en la que su hija Elvira la ayudaba desde muy joven. Hacia el año 1478 consta en los archivos que era señor del Castillo de Huete don Lope de Acuña y a su servicio como criado estaba un joven judío llamado Vaca. Trabajaba lavando los paños de lienzo de la casa y por este motivo conocía a la madre de Elvira, por lo que los dos jóvenes llegaron a conocerse. Por entonces, Elvira tenía veinte años y cuando conoció a Vaca se quedó prendada de él (parece un cuento, ¿verdad?), el muchacho había viajado, era de fácil palabra y su posición, a pesar de ser un criado, era mucho mejor que la de ella.
                En Huete era corriente que el día del ayuno mayor se celebrasen grandes fiestas entre los judíos y a ellas acudían jóvenes cristianos y se divertían juntas ambas comunidades. Así que Elvira pidió permiso a su madre para acudir a una de estas fiestas y acudió acompañada de otras amigas; una vez en la judería se despidió de ellas y fue a casa de un judío que se llamaba Soriano, donde la esperaba Vaca.  Ambos pasaron juntos unas horas.  Después fueron a ver las fiestas y Elvira cantó y bailó con otras jóvenes judías. Desde entonces siguieron viéndose, seguramente con el consentimiento de la madre de Elvira, aunque esta relación probablemente durase poco, pues a comienzos del año 1479, don Lope de Acuña renunció a sus derechos sobre Huete y su castillo.
                Pasados unos años Elvira conoció a Pedro de Escalona y se casó con él. En el año 1491 alguien denuncia a Elvira a la Inquisición como judaizante[1]. Se la había visto frecuentando la aljama[2]  y participando en las festividades judías. Elvira declaró que no había judaizado pero que sí que había subido al castillo aunque por amor y después como diversión como joven enamorada que era. Declaró que podía demostrarse porque desde que su enamorado se había ido de Huete ella no había vuelto al castillo.
           Para Elvira no había nada malo en todo aquello, sin embargo, para los inquisidores si había algo claro era que había tenido relaciones con un judío, relaciones ilícitas y pecaminosas y por ende, se había acercado a los judíos. Como no obtuvieron lo que quisieron, la bajaron a la sala de tormento, la desnudaron, le ataron brazos y piernas y la pusieron en una escalera. Le aplicaron el tormento del agua[3]. Le hicieron tragar seis litros de agua, pero ella los resistió, sin confesar la práctica del judaísmo, aunque sí el amor que sintió por Vaca hacía quince años.
                El 21 de diciembre de 1491 se celebró un auto de fe en la plaza conquense de Santa María y Elvira fue condenada a la hoguera.
                El caso de Elvira es uno de los casos que existieron durante la dura etapa de la Inquisición. Evidentemente, es bastante increíble que terminase muriendo en la hoguera por algo tan absurdo, acusada de practicar el judaísmo. Aquellos eran tiempos muy difíciles en los que la religión católica intentaba afianzarse a toda costa, España estaba terminando de unificarse, etc. Sin embargo no puedo evitar pensar que fue juzgada por unos amores ilícitos que además fueron con un judío. Ella reconoció sus amores, nada más. No hallaron pruebas de nada, al menos no aparecen en su proceso, tampoco aparece en el libro quién la delató. Y acabó en la hoguera.
                Ya dejé los datos del libro en una entrada anterior, pero os los recuerdo, porque de verdad que si tenéis oportunidad de leerlo es un libro bastante interesante:
Huete y su tierra, un enclave inquisitorial conquense
Juan Blázquez Miguel
Coeditado por: Ayuntamiento de Huete / Librería Anticuaria Jerez. Año 1987

Un saludo, Mila.

[1] Practicar los ritos y las ceremonias de la ley judaica
[2] Judería
[3] Hasta el siglo XVI se empleó la tortura del agua. Se colocaba a los reos en una especie de escalera, colocándoles la cabeza más baja que los pies y un fleje de hierro alrededor de la garganta o de la frente, para mantenerles inmóviles. Un bostezo, o punta de hierro, les distendía la boca y se les introducía una venda de lino por la garganta para meterles agua lentamente. A veces llegaban a tragar hasta seis u ocho jarras, conteniendo cada una de ellas poco más de un litro de agua.

Comentarios

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